Beber agua es fundamental para que los órganos y las células de tu organismo puedan cumplir sus funciones correctamente. Aunque la principal fuente de obtener hidratación sea efectivamente la ingesta de agua, hay muchos alimentos que contienen en su composición una gran cantidad de agua. Algunos de los que más hidratación nos pueden proporcionar son los vegetales, las frutas y las verduras.

Dicen que el ser humano puede llegar a pasar más de un mes sin comer, pero no más de tres o cuatro días sin beber agua, porque sufriría una deshidratación. Una vez más se pone en evidencia la importancia del agua para la vida y la supervivencia del ser humano.

En la actualidad hay mucha confusión sobre la cantidad de agua que debemos que beber. Algunos especialistas recomiendan más de 2l mientras que otros no creen que esa cantidad sea beneficiosa para todos los organismos. En realidad no hay estudios que nos digan de forma correcta cuánta agua debemos beber, pero lo más recomendable sería beber cuando realmente tengas sed, lo cual supone que la cantidad que debemos ingerir diariamente cada persona es totalmente diferente y no se puede generalizar en cantidades. Atendiendo a las reacciones fisiológicas de tu cuerpo puedes saber si te estás excediendo con el agua que tomas al día.

Por ejemplo: Si tienes la necesidad de ir al baño más de 7 veces e incluso te levantas en mitad de la noche para ello es que estás bebiendo demasiado.

Hay casos en los que la ingesta de agua debe ser algo superior a lo normal y en los que hay que tener especial atención en el nivel de hidratación. Estos son casos muy concretos asociados a patologías concretas, necesidades individuales o momentos puntuales.

Los más comunes son los siguientes:

• Cálculos renales. En este caso sí parece que tomar más agua ayuda a la sobrellevar esta patología y facilitar su eliminación.
• Realizar un esfuerzo físico prolongado y en condiciones extremas de humedad y calor. En esta situación es recomendable que mantengas la hidratación muy vigilada y aumentes la dosis en la medida que lo demande tu cuerpo.
• Personas con una edad avanzada. Se ha detectado que una gran parte de las personas mayores tienen dificultades a la hora de identificar la sensación de sed. Por lo que es importante que se supervise y se regule. Intentando beber agua aunque no se tenga la sensación de sed.
• Los casos de lactancia y embarazadas. Al igual que el caso anterior, parecen tener las necesidades hídricas provocadas por los cambios hormonales que se producen en estos momentos. Por lo que no deben descuidar su nivel de hidratación.
• Dieta restrictivas en hidratos de carbono. Cuando te sometes a un cambio de este tipo en tu alimentación  también estás restringiendo la permanencia de electrolitos en tu organismo.  Con lo cual es necesario aumentar la ingesta de agua.

La mejor prevención es que el agua se convierta en la base de tu hidratación. Consumirla no solo en cada una de las comidas, sino a lo largo del día, dejando otro tipo de líquidos en un segundo plano. Además, comer abundantes frutas y verduras también ayuda a mantenerse hidratado, especialmente a aquellos a los que les cuesta andar con una botella de agua bajo el brazo.

Debemos escuchar al cuerpo como siempre y así beberemos cuando realmente necesitemos agua, de otra manera estaremos bebiendo más de lo necesario y alteramos el ritmo normal de nuestra digestión debido a que alcalinizamos en exceso nuestro estómago e interferimos en el proceso digestivo natural que debe tener un entorno ácido para trabajar correctamente.

En resumen, la mejor referencia que podemos tomar a la hora de pensar en cuál es la hidratación ideal es nuestro propio cuerpo. La sensación de sed es un mecanismo que nos ayudará a regular la ingesta sin excedernos.