Saltarte el desayuno
Muchas personas no desayunan por la falsa creencia de que así adelgazarán. Otras simplemente se escudan en la falta de tiempo. En cualquier caso, no desayunar es uno de los errores nutricionales más habitual.  Privar a tu cuerpo de su primera ración de alimento al día provocará que aumente tu sensación de hambre durante el día y eso te dificultará mucho no terminar comiendo mal y a deshora.

Recuerda que el desayuno constituye el 15-25% de cantidad de energía diaria recomendada y prescindir de ella no te aportará más que problemas.

Picoteo entre comidas
Comer entre horas no es malo si se hace de una forma moderada y saludable. Es más, puede ayudar a reducir la ansiedad y que llegues a las horas de las comidas con menos hambre.

Pero comer entre horas pasa a ser perjudicial cuando introduces alimentos muy procesados, comida rápida y toda esa clase de snack hipercalórico que tanto nos gustan.

Evita ese tipo de opciones y toma en su lugar fruta fresca o en zumo, un pequeño sándwich o un puñado de frutos secos. De esta forma podrás picar entre horas sin remordimientos.

La cena: Tarde y mal
Después de un día agotador de trabajo, estrés y actividades, el simple hecho de pensar en hacer la cena te horroriza y al final acabas malcomiendo algo en el sofá mientras ves tu programa favorito. ¿no es así? Esa opción es totalmente comprensible pero para nada saludable. Tomar alimentos de alto contenido calórico a última hora del día dificultará tu descanso y te hará ganar peso. Ya que son kcalorias que no vas a quemar pues te vas a ir a dormir.

 

La vida sedentaria
Es una de las principales de mortalidad, morbilidad y discapacidad y constituye el 2º factor de riesgo más importante para la salud tras el tabaquismo. La inactividad provoca que se debilite tu masa osea y pierdas masa muscular. Te sientes más débil y tus posibilidades de padecer artritis, artrosis u osteoporosis serán mucho mayores en el futuro. También favorece la aparición del sobrepeso y la enfermedad cardiovascular. Es fundamental la prevención del sedentarismo, especialmente en la infancia. Por medio de la adopción de un estilo de vida “activo” que incluya la práctica de ejercicio físico regular y a diario.

 

 

No cuidar tu vista
Vivimos rodeados de pantallas y aparatos tecnológicos. Pasamos mucho tiempo expuestos a esa luz y forzando la vista. Esta elevada demanda visual, unida a otros factores externos ha provocado la aparición de un conjunto de síntomas descritos como síndrome visual del ordenador (SVO). Este síndrome afecta a tres de cada cuatro trabajadores y afecta a su calidad de vida. Algunos de sus síntomas son: ojos secos, dolor de cabeza, fatiga visual, visión borrosa y doble y dolor de cuello, espalda u hombros. Si es tu caso, procura evitar los reflejos, tener una buena iluminación, hacer pausas, parpadear para humedecer los ojos y, en caso de que sea necesario, aplicar lágrimas artificiales

 

Descuidar tu piel

Las agresiones externas producidas por el sol, el aire y todo tipo de agentes químicos y ambientales hacen que tu piel sufra y se reseque. La piel es la barrera protege al organismo del entorno y por ello cuidarla es tan importante para nuestra salud. No sólo has de protegerla de los rayos UV, también debes mantener unos niveles adecuados de hidratación a través del uso de cremas y lociones hidratantes. El uso de crema no sólo mejora el aspecto de tu piel, también contribuye a la regeneración de células, proporciona vitaminas  y otras sustancias esenciales  e  incrementa la elasticidad.

Vivir rodeado de estrés y preocupaciones

La mayoría de las personas hoy en día viven estresadas, en un nivel constante de tensión física y mental que supone un desgaste energético enorme para tu cuerpo. El factor psicológico es muy importante ya que como sabrás, las neuronas son uno de los mayores consumidores de energía que tienes en el cuerpo.

 

 

 

Como habrás podido ver hay muchos pequeños gestos que involuntariamente realizamos a diario sin saber el daño que nos están generando a largo plazo. Cuida de tu cuerpo, tu mente y presta atención a tus hábitos. Pequeños cambios pueden lograr grandes beneficios para tu salud.