Son denominados así porque en su composición natural estos alimentos poseen menos de un 50% de agua. Además de esta característica diferenciadora, este alimento contiene un alto nivel energético y es una fuente de fósforo y proteínas. Hay diferentes tipos que se dividen según su aporte vitamínico y de ácidos grasos Omega 3.
Los frutos secos se consideran alimentos funcionales, lo que significa, que además de su aporte nutricional contribuyen a mejorar la salud y reducir el riesgo de enfermedades.
Entre sus beneficios deberías tener en cuenta los siguientes:
En cuanto a las desventajas hay una clara vencedora:
Cómo incluirlos en nuestra alimentación
Los frutos secos poseen, como hemos visto anteriormente, muchas cualidades beneficiosas para nuestro organismo por lo que incluirlos en nuestra dieta es una de las mejores decisiones que podemos tomar. Pero cuidado, la cantidad es siempre muy importante en las raciones de comida que introduzcamos y más en casos como este en el que el alimento tiene unos niveles grasos tan elevados.
Atendiendo a las recomendaciones de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) y la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SEMFYNC) deberíamos comer aproximadamente entre 75 y 200 gramos de frutos secos a la semana; es decir, unas cinco raciones semanales de 25 gr.
La mejor forma de incluirlos en tu dieta es de forma natural, tostados a lo sumo. En cualquier caso evita los fritos y los que tienen sal añadida. Puedes empezar por incluirlos en tus recetas por ejemplo de pan, bizcocho, ensalada. Así disfrutarás de sus beneficios para la salud y de su delicioso sabor. ¿A qué estás esperando para incluirlos en tu próxima comida?