Se ha generalizado a lo largo del tiempo que el zumo puede sustituir a la fruta aportándonos las mismas propiedades y nutrientes. Una forma mucho más rápida y cómoda de consumir la ración de fruta diaria, pero lo cierto es que esto no es así.
Cuando hacemos un zumo natural sometemos a la fruta a un proceso de trituración y licuado por el cual pierde una gran cantidad de la fibra que posee de forma natural. Esto provoca que pierda gran parte de su poder saciante, además de los beneficios intestinales que la fibra aporta a nuestro organismo. Eso sí, la cantidad de azúcar que nos aporta se mantiene intacta, por lo que al final es probable que acabemos consumiendo más cantidad.
Si a lo largo del día nos tomamos 3 zumos de 3 naranjas cada uno, estaremos elevando a índices fuera de lo recomendable los niveles de azúcar que deberíamos ingerir.
La OMS en sus bases para una correcta alimentación dicta que:
Debemos ingerir al menos 400 g. Lo que es igual a unas 5 porciones de frutas y hortalizas al día.
Otra de las recomendaciones básicas en temas nutricionales es la limitación del consumo de azucares libres. Exactamente, la OMS recomienda limitar su consumo a menos del 10% de la ingesta calórica total, que equivale a 50 gramos (o unas 12 cucharaditas rasas) en el caso de una persona con un peso saludable que consuma aproximadamente 2000 calorías al día.
Aunque realmente lo ideal para obtener mayores beneficios es reducir su consumo a menos del 5% de la ingesta calórica total.
Son los fabricantes, los cocineros o el propio consumidor quienes añaden a los alimentos la mayor parte de los azúcares libres. El azúcar libre también puede estar presente en el azúcar natural de la miel, los jarabes, y los zumos y concentrados de frutas’’
Volviendo al tema de los zumos, estos siempre y cuando sean naturales, pueden ser una buena alternativa para sustituir otro tipo de bebidas o refrescos azucarados pero debemos reducir su consumo a 1 zumo diario, pero los zumos no deben convertirse en una bebida habitual sino ocasional.